La verdadera historia de Edmundo Dantés
"Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón."
Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.
Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.
Alejandro Dumas hizo una novela sobre mi vida pero cambió ciertos aspectos de ella para que fuera más atractiva literariamente. Por eso voy a desvelaros la verdadera historia de mi vida, la vida del Conde de Montecristo, la de Edmundo Dantés.
Todo empezó después de mi boda, no antes como escribió el autor. Después de llegar del viaje de recién casados, los dueños del navío "El Faraón" donde yo trabajaba de marinero, me despidieron porque el barco no salía rentable con tanta tripulación y no había más hueco para mí en el resto de la flota. O eso me dijeron. La sinceridad no era una de sus credenciales.
En la novela se dice que mi padre murió de hambre estando yo prisionero. Una ficción del autor. Un mes después de quedarme sin trabajo, aturdido aún por la incertidumbre de mi futuro, murió mi única hermana y no de hambre, sino en un accidente con su carruaje al chocar con un animal. No sé si fue peor su muerte o el tener que ser yo el que se lo comunicase a mis padres.
Por tanto en un mes me vi sin mi puesto de trabajo y sin mi hermana. Estos duros acontecimientos provocaron mi reclusión voluntaria en el Castillo de If. No fue debido a una traición de Fernand, el primo de Mercedes, ni de Danglars, mi compañero en el navío, acusándome de conspiraciones bonapartistas. Sin duda, la versión de Dumas es más intrigante y atractiva para el lector.
Todo empezó después de mi boda, no antes como escribió el autor. Después de llegar del viaje de recién casados, los dueños del navío "El Faraón" donde yo trabajaba de marinero, me despidieron porque el barco no salía rentable con tanta tripulación y no había más hueco para mí en el resto de la flota. O eso me dijeron. La sinceridad no era una de sus credenciales.
En la novela se dice que mi padre murió de hambre estando yo prisionero. Una ficción del autor. Un mes después de quedarme sin trabajo, aturdido aún por la incertidumbre de mi futuro, murió mi única hermana y no de hambre, sino en un accidente con su carruaje al chocar con un animal. No sé si fue peor su muerte o el tener que ser yo el que se lo comunicase a mis padres.
Por tanto en un mes me vi sin mi puesto de trabajo y sin mi hermana. Estos duros acontecimientos provocaron mi reclusión voluntaria en el Castillo de If. No fue debido a una traición de Fernand, el primo de Mercedes, ni de Danglars, mi compañero en el navío, acusándome de conspiraciones bonapartistas. Sin duda, la versión de Dumas es más intrigante y atractiva para el lector.
Mientras estuve meditando y tratando de organizar mi porvenir, Mercedes acudía con frecuencia al castillo para traerme alimentos y hacerme compañía. No tardó mucho en cansarse de ello. A lo bueno es fácil acostumbrarse, en cambio a lo malo es más complicado. Y se fue creyendo que no parecía lo que realmente demostró que era, una ingrata y una traidora. Dumas hizo un retrato benevolente de una Mercedes que a pesar de haberse casado con su primo el traidor, seguía comprometida con su amado a pesar de que pensaba que había muerto.
Un nuevo revés me golpeó esta vez pero antes de que se fuera Mercedes ya me había colocado como contramaestre. Una pata de mi silla recuperada.
Otro sostén lo encontré en mis amigos de la margen izquierda del río Sena. Otro el que nunca fallaba, el de mi familia. Estaba preparado entonces para remontar el vuelo y volver a ser el que siempre fui. Iba sintiendo cómo me llenaba poco a poco de alegría. Y de repente las tinieblas y la oscuridad volvieron a cubrirlo todo.
Uno de mis mejores amigos perdía su vida en otro accidente y la tristeza lo invadió todo de nuevo. Entre sollozo y sollozo repasaba una y otra vez en mi memoria fotográfica por si en los últimos años me había cruzado con algún tuerto o gato negro callejero. No dí con ninguno y la explicación seguía estando vacante.
En un viaje posterior a la ciudad de Hispális para aliviar el dolor, conocí a Haydeé. No fue tan mercantilista como comprarla como esclava a Alí Pachá, sino que fue de una amistosa sintonía desde su comienzo. El mismo día, dos meses después de la muerte de mi amigo Gianni Luiggi, iniciábamos nuestro noviazgo. ¿Casualidad, pura coincidencia?.
La justicia divina iba equilibrando la deuda que me había cobrado sin motivo en el pasado. Haydeé era como una locomotora que iba dándome vida y alegría. Su personalidad era la fuente, sin duda, de mi renacer.
Así como el libro de Dumas era la venganza por las injusticias sufridas, mi vida real también lo era aunque con distintos destinatarios. Mi historia personal fue también una historia de reparar las arbitrariedades del destino pero dejando su reparación a un juez natural. No me convertí, como hizo Alejandro en su novela, en el suplantador ni ejecutor de ese juez...umm aunque estoy pensando en que los dueños de "El Faraón" no han sufrido aún su merecido jejeje.
Dos años y medio de mi vida le sirvieron para escribir una novela de miles de páginas con una narración excepcional. Indudablemente fue un gran escritor.
Un nuevo revés me golpeó esta vez pero antes de que se fuera Mercedes ya me había colocado como contramaestre. Una pata de mi silla recuperada.
Otro sostén lo encontré en mis amigos de la margen izquierda del río Sena. Otro el que nunca fallaba, el de mi familia. Estaba preparado entonces para remontar el vuelo y volver a ser el que siempre fui. Iba sintiendo cómo me llenaba poco a poco de alegría. Y de repente las tinieblas y la oscuridad volvieron a cubrirlo todo.
Uno de mis mejores amigos perdía su vida en otro accidente y la tristeza lo invadió todo de nuevo. Entre sollozo y sollozo repasaba una y otra vez en mi memoria fotográfica por si en los últimos años me había cruzado con algún tuerto o gato negro callejero. No dí con ninguno y la explicación seguía estando vacante.
En un viaje posterior a la ciudad de Hispális para aliviar el dolor, conocí a Haydeé. No fue tan mercantilista como comprarla como esclava a Alí Pachá, sino que fue de una amistosa sintonía desde su comienzo. El mismo día, dos meses después de la muerte de mi amigo Gianni Luiggi, iniciábamos nuestro noviazgo. ¿Casualidad, pura coincidencia?.
La justicia divina iba equilibrando la deuda que me había cobrado sin motivo en el pasado. Haydeé era como una locomotora que iba dándome vida y alegría. Su personalidad era la fuente, sin duda, de mi renacer.
Así como el libro de Dumas era la venganza por las injusticias sufridas, mi vida real también lo era aunque con distintos destinatarios. Mi historia personal fue también una historia de reparar las arbitrariedades del destino pero dejando su reparación a un juez natural. No me convertí, como hizo Alejandro en su novela, en el suplantador ni ejecutor de ese juez...umm aunque estoy pensando en que los dueños de "El Faraón" no han sufrido aún su merecido jejeje.
Dos años y medio de mi vida le sirvieron para escribir una novela de miles de páginas con una narración excepcional. Indudablemente fue un gran escritor.
3 comentarios:
Genial, Edmundo. Me gustaría que entraras mas en detalles....vamos, si es usted gustoso, que no será una simple dama la que imponga en usted sus violentos deseos a la fuerza.
Un abrazo
Bueno. De pronto el conde abandona el castillo y se muestra sembrao. Me parece un ejercicio de valor publicar la historia en el blog. Es la mejor escrita y la más interesante de todas.Además las citas de Borges son de las que dan que pensar. La vida puede ser una película de terror y sí, los actores que nos acompañan pueden de pronto cambiar de papel.
Bueno, a ver esa discoteca guay..
Bueno Mery, he tratado de dar unas pinceladas de un período concreto de mi vida siguiendo un poco la historia del Conde. En alguna entrada anterior ya he dado más detalles y en posteriores alguna más supongo que también daré. Pero creo que ya es suficiente con lo que he expuesto para hacerse una idea no?.
Roberto, gracias por tus elogios. No sabría valorar si es la mejor o no. Mis pretensiones son únicamente que no me aburran a mí y que despierten algún interés. Supongo que tiene valor el expresarlo. No tengo remilgos de todas formas en hacerlo. Esta vez lo he hecho de forma escrita y pseudoliteraria y hasta ahora sólo lo había hecho hablada.
A ambos, muchas gracias. Es un subidón tener comentaristas así.
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