miércoles, 9 de abril de 2008

La decadencia de las divas de pacotilla

De un tiempo a esta parte me cruzo con algunas divas. No son famosas. Antaño lo eran en nuestro mundo juvenil nocturno. Hoy no las conoce ni dios. Ni siquiera los que les conocimos. Algunas, las menos, tenían motivos de sobra para ir de “creídas”. El resto lo eran por una mezcla de ñoñería, pijismo y tontería muy común en aquella época que no se correspondía con su belleza. Tendrían unas abuelas muy convincentes, supongo. Eran tiempos en los que se pasaba de boca a oído sus nombres jugando al billar o a las máquinas. Si hubiese habido una gaceta de barrio para jóvenes, ellas hubieran salido en ella. Hoy ni siquiera se giran por la calle para mirarlas.

En mi grupo de amigos siempre tuvimos bastante tirria y animadversión a este tipo de divas, afortunadamente. Hoy sigue siendo el día que doy gracias a Dios, a Mahoma, a Buda y a Confucio por darme esa actitud. Cuanto más se lo tenían creído, más las aborrecíamos y más eran causa de nuestros vaciles. La diversión era total. Cuando alguna Reina de Java accedía a dar el “privilegio” a un pringadillo de salir con ella, el incauto “noviete” se unía de facto como “guest star” a la ópera bufa que inventábamos. Verles pasear era pasteloso a más no poder. El chico elegido por ella era muy mono, muy bien vestido, muy perfecto, muy soso, muy gris. El patrón se repetía por igual para todas.

Actualmente me topo de vez en cuando con alguna de estas divas de pacotilla. Van con el “pringadillo” de turno que ha terminado casándose con ella. La imagen también se repite como antes. Pero cualquier parecido con el pasado es pura ficción. A la esquiva belleza que siempre han tenido, se une la decadencia por la edad de un físico poco divino. Culos como plazas de toros de grandes, ojeras y patas de gallo que no aguantan un zoom...

Y lo peor de todo, miradas amargadas expresando un malestar por la vida imperfecta que no soñaron tener y que su falso divismo no les alertó sobre ello. Ahora ni siquiera el maromo es como el Kent de antes. Sigue siendo soso y gris pero es calvo, gordo, triste y amargado. Amargado por ella, que no ha digerido el ocaso de su pequeña fama de tres al cuarto.

5 comentarios:

Mery dijo...

Edmundo, me ha entrado así como que una especie de penita al leerte.
Digo yo que esas divas no han tenido tino para mantenerse medianamente decentes al pasar los años, con la de adelantos y recursos que tenemos las mujeres hoy en dia.
Otra cosa es que ya de jovencitas, fueran tontas de remate, como parece que apuntas.
En fin....un saludo, sr Dantés.

El Conde de MonteCristo dijo...

Penita por ellas no? jejeje. Es que he visto a unas cuantas y ha sido como que el tiempo se ha vengado de ellas. Se creían estar en un altar y ningún chico les merecía ni estaba a su altura. Y ahora están jodidas porque han acabado con tíos que son feos y rancios, y llevan una vida con la que no contaban ni se esperaban en sus delirios de grandeza.

saludos y gracias por tu comentario Mery

nineuk dijo...

Solo por discrepar: ¿no pasaba a veces que veíamos divas donde solo había chicas atractivas y -quizá- no muy accesibles? ¿No se iban con el pringao , a veces, porque era el único que las hacía caso?, ¿No funcionamos los hombres, demasiado a menudo como víctimas de nuestros complejos? (yo el primero ¿eh?)y sobre todo, ¿No habíamos quedado en que las que molan son las "Fat Bottomed Girls"?
La lluvia en Sevilla es una maravilla.Gora Apirileko Feria!

El Conde de MonteCristo dijo...

Es saber que como no tienes posibilidades (o crees no tenerlas) de ligar con ellas, la defenestras como mecanismo de autodefensa. Cierto, pero en este caso sólo apuntaba a las "divas tontas". Y a esas se las criticaba por bobas y no era por acomplejamiento.
Otro apunte, lo que comentas yo no distinguiría por géneros, también lo hacen las mujeres.

Oye, llegar e irse la lluvia. Parece que sólo funciona en Sevilla porque al volver aquí sigue lloviendo. Pero que nogg quiten lo bailao!

El Conde de MonteCristo dijo...

Una última aclaración por siaca: la crítica es a las que sin ser divinas, se lo tenían creído.
Porque por ejemplo, un tío que escribe muy bien y mira por encima del hombro al resto, es un chulo pero escribe bien. Lo patético es si no escribes bien y tienes la misma actitud.