viernes, 29 de agosto de 2008

Que me quiten lo bailao

El domingo habrán terminado mis vacaciones. Yo, aunque aspiro a estar todo el año mano sobre mano y así poder realizarme plenamente en la vida, tendré que ir a currar como tantos de vosotros. ¿Miedo al síndrome postvacacional? Pero si he estado en Estocolmo y no he venido con ningún síndrome, cómo voy a tener yo uno en el trabajo. En estos tiempos de crisis tengo que dar gracias de pertenecer a la población activa! (todo esto me ha dicho mi psicólogo que me lo repita una y otra vez para reforzar mi pensamiento positivo). Sí, doy gracias pero por si acaso juego a la lotería todas las semanas, nos ha jodido.

He vuelto sí, pero no os voy a dar la chapa con el vídeo de turno diciendo lo maravillosos que son los sitios donde he estado. Os hago un miniresumen. Si a alguien le pica el gusanillo o tenía en mente un viaje similar y quiere más información y detalles que no dude en preguntarme.

Tercer año consecutivo que voy a Rias Baixas, concretamente a O'Grove. Si repito será por algo. Playas que no tienen nada que envidiar a ninguna otra. No excesivamente masificadas. Aguas cristalinas, alguno me diréis que heladas. Es verdad, pero este año la he notado menos fría (medio grado menos) y para darse un chapuzón es suficiente. Paisajes espectaculares y pueblos como Combarro (donde está sacada la foto) en los que siguen conservando su identidad y su encanto. Gastronomía sabrosa y variada a precios para todos los bolsillos, con sus ricos Albariños que tanto me gustan.



Por el contrario, nunca había visitado la capital sueca, Estocolmo, y desde luego ha sido una grata sorpresa. Le llaman la Venecia del norte por sus canales, como se puede apreciar en la foto, y es que Estocolmo forma parte de un archipiélago con multitud de islas que en su mayoría están habitadas. Hacer un recorrido en barco es fundamental para apreciar todo el paisaje, así como visitar alguna de sus islas. Ciudad amable para el paseante, donde no se percibe la rapidez y el stress de otras, ni en el tráfico ni en sus gentes. Al no ser excesivamente grande, se puede recorrer de forma cómoda, facilitado además por un buen sistema de transporte público (bus, metro, tranvía...) Para los que tienen reticiencias y aún piensan que en el norte de Europa los precios de las cosas están por las nubes, que se bajen de ellas. Es el primer mito en caerse. Los precios, salvo el alcohol que es muy caro, son muy similares a los que hay en la península, incluso a la hora de comer son más asequibles. No voy a sacar conclusiones de todo esto por no alterar mi ritmo cardíaco más de lo recomendado por los médicos. Así que sólo me queda deciros que ya se terminó el ocio pero que me quiten lo bailao. ¿Me contáis dónde habéis estado vosotros?

1 comentario:

El Conde de MonteCristo dijo...

Todos a la vez no, uno a uno ;-)